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Foto del escritorMercedes D´Alessandro

La perspectiva feminista en las políticas públicas

Actualizado: 5 jun 2023



 

1. ¿Por qué es importante incorporar la perspectiva feminista en las políticas públicas?


Primero, seamos claras sobre la naturaleza de la desigualdad de género: las mujeres ganamos menos que los varones, enfrentamos más obstáculos en el mercado laboral (empleos precarios, desempleo, dificultad de ascender, entre muchas otras) y realizamos -en promedio- 3 veces más trabajo no remunerado que los hombres. Esto explica que en Latinoamérica la pobreza tenga rostro de mujer.


Los últimos años, además, han sido muy difíciles para las economías latinoamericanas. La pandemia generó un paisaje por momentos desolador en países que ya están atravesados por la desigualdad, hoy recrudecida. Todo el mundo tenía un problema de trabajo y de ingresos durante 2020, pero en América Latina, las mujeres retrocedieron dos décadas en términos de participación económica durante la pandemia y, si bien se ha recuperado mucho, lo han hecho de manera más lenta que los varones y todavía hay países en donde muchas de ellas no han podido volver al mundo del trabajo.


Es que las mujeres tuvimos que luchar contra 3 crisis: la crisis de salud, la crisis económica y la crisis de cuidados. Las dos primeras, con mejor o peor desempeño , se han abordado. Sin embargo, la crisis de cuidados continúa siendo un factor que no aparece fácilmente ante los ojos de los gobiernos y es ahí donde el feminismo tiene tanto para aportar y para construir.


En Argentina tuvimos la oportunidad de estar en el momento justo y en el lugar justo. En enero de 2020 abrimos la primera Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, en el Ministerio de Economía. Ese espacio fue central para volcar nuestros conocimientos de la economía feminista a la lucha contra el COVID.


Nuestras instituciones feministas fueron cruciales para tener un lugar en el diseño de la respuesta política al COVID. Argentina lideró el ranking en políticas de género que realizó la ONU ('Covid-19 Global Gender Response Tracker'). A partir de la información diferencial del impacto de la crisis sobre varones y mujeres, pudimos focalizar respuestas, generar herramientas específicas. Entender que la cuarentena (lockdown) tendría impactos mucho más fuertes sobre mujeres con hijos/as por la crisis de los cuidados, significó la posibilidad de brindar más protección social en esos hogares. Por ejemplo, enfocamos en las políticas de transferencias monetarias a las madres, aumentamos la inversión en infraestructura de cuidados. Pero también creamos estímulos fiscales para contratar mujeres en sectores masculinizados (tecnología, energía, minería), y creamos un programa para formalizar trabajadoras domésticas, el empleo peor pago y en peores condiciones de la región. Cambiamos nuestro sistema de pensiones para reconocer el trabajo no remunerado, construimos el primer Presupuesto Nacional con perspectiva de Género, e implementamos indicadores de género para el diagnóstico, diseño e implementación de nuestras políticas. En fin, pusimos en acción nuestra creatividad y nuestras redes. Hicimos política y gestionamos. Esto tuvo un resultado concreto: a 2022, Argentina era uno de los tres países de la región que había recuperado los niveles de participación laboral de las mujeres a cifras pre pandemia y, además, exhibía récords de empleo.


2. ¿Qué elementos son fundamentales o mínimos para incorporar la perspectiva feminista en las políticas públicas?


Desde mi punto de vista hay cuatro elementos claves para que la perspectiva feminista sea exitosa en el Estado: institucionalización, datos y construcción teórica, presupuesto para llevar adelante las políticas y comunicación.


Institucionalizar es clave: pareciera que "ser feminista" (muchas veces como una autoproclamación) alcanza. Y no, lo cierto es que hacer políticas feministas requiere equipos especializados, herramientas, un trabajo coordinado. Además, las instituciones crean horizontes de mediano y largo plazo que permiten proyectar y pensar los desafíos en diversas escalas.


Por otra parte, los datos y la construcción teórica son el corazón de las políticas públicas feministas. En muchos países todavía no hay recolección asidua de datos de uso del tiempo (que servirían por ejemplo para abordar los problemas de la crisis de los cuidados). Otras veces existen datos abiertos en "varón" y "mujer" pero no se publican de ese modo, o no está el hábito de leerlos así y se pierde mucha información que hace a las dinámicas internas del mercado laboral (por ejemplo). Y ni hablar de incorporar información sobre el mundo LGBTTTIQ+, que las estadísticas difícilmente captan y en dónde hay sectores, como el de mujeres trans o travestis, que son quienes peores indicadores laborales exhiben (entre otras cosas).


Sin presupuesto no hay políticas. Ese es el factor más importante de todos y el que suele costar más a la hora de negociar. El feminismo sin invertir dinero se queda en el eslogan. Y nosotras no queremos más eslogans, queremos soluciones. Y la comunicación es otro eje, muchas veces desestimado pero central. La agenda feminista viene a romper el status quo, propone transformaciones, para ello es necesario comunicar, hacer pedagogía.


Todas estas herramientas y logros no nacen de un día para otro. Son el resultado, la mayor parte de las veces, de muchas redes de mujeres y un activismo vivo. Hace años que activistas latinoamericanas trabajamos juntas: Ni Una Menos, luchas para garantizar el Aborto Legal, Identidad de Género, Equidad Menstrual, etc. Estamos creando nuevas herramientas para una gobernabilidad Feminista.


3. ¿Cuáles pueden ser los mayores retos para implementar políticas públicas con enfoque feminista que puedan ser realmente transformadoras?


Se vienen grandes desafíos en nuestra América Latina. Vivimos tiempos en los que la desigualdad recrudecida genera descontento social y en donde los gobiernos no llegan a colmar las expectativas de mejora. También hay un crecimiento de discursos de odio y sectores conservadores anti derechos. Estos grupos tienen al feminismo como uno de sus objetivos preferidos a la hora de atacar y sentimos cada vez más fuerte su avance y amenaza sobre los pasos que hemos dado.


Pero quizás hay algo que tenemos que terminar de comprender y madurar y es que las políticas públicas feministas necesitan de mujeres gobernando. Ahí es donde tenemos que trabajar, como sabemos, con nuestras redes, para potenciarnos unas a otras y ocupar espacios de gestión y liderazgo, de toma de decisiones. En la academia, en el sector privado, en la política, históricamente hemos sido minoría. Hoy, en toda nuestra región solo tenemos UNA mujer presidenta, pocas gobernadoras y algunas alcaldesas. Por supuesto, no es por falta de deseo, sino por una serie de entramados que recortan nuestras posibilidades de avanzar. Ojalá logremos remover esos obstáculos para participar políticamente porque estoy segura de que nuestra construcción feminista está en el momento en que puede dar frutos. Y más fuerza tendremos si avanzamos con un horizonte común. Porque si hay un futuro económico sostenible, inclusivo, con bienestar general, sin dudas es un futuro feminista.

 

Sobre la escritora

Mercedes D'Alessandro

Fotografía por Paloma Camilli.


Doctora en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Referenta en Economía feminista en América Latina, con amplia experiencia de liderazgo en sociedad civil y gobierno, activismo social y extensa trayectoria académica. Fue la primera directora nacional de Economía, Igualdad y Género en el Ministerio de Economía de Argentina (2020-2022). Fundó la ONG Economía feminista con la cual promueve la participación política en relación a la agenda de género. En 2016, publicó el best-seller "Economía Feminista. Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)".














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