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Diana Rodríguez: La funcionaria tras la creación de las manzanas de cuidado.

Actualizado: 18 dic 2023

Entrevista



Diana Rodriguez, Secretaria de la mujer de Bogotá


Diana Rodríguez asumió el cargo de Secretaria de la Mujer en la alcaldía de Claudia López desde enero de 2020. Su gestión en la alcaldía ha sido destacada, especialmente por la implementación de las reconocidas Manzanas de Cuidado: un sistema diseñado para brindar apoyo a miles de cuidadores, en su mayoría mujeres, que desempeñan tareas poco valoradas y sin remuneración. Diana, graduada en Economía y Derecho de la Universidad de Los Andes y es doctora en sociología de Northwestern University.


 

¿Qué se siente terminar este periodo en la alcaldía como pionera de las manzanas del cuidado?


Siento una mezcla muy linda, entre nostalgia, agradecimiento y satisfacción por haber logrado mejorar la calidad de vida de las mujeres Bogotanas.


Cuéntanos sobre tu trayectoria para llegar a la Secretaría de la Mujer.


Yo estudié Economía en la Universidad de Los Andes y, aproximadamente en la mitad de mi pregrado, tomé la decisión de iniciar también la carrera de Derecho. Fue en este contexto que me encontré con una asignatura que resultó ser transformadora: Sociología Jurídica. La experiencia de cursar esta materia marcó algo muy significativo en mí. La Sociología Jurídica resultó ser un elemento clave que se alineaba con un objetivo que siempre había perseguido desde mis primeros días en la carrera de Economía: la búsqueda de equidad en diversos escenarios. o como suele llamarse “nivelar la cancha” Yo sentía que la economía me proporcionaba una comprensión del mercado y del Estado, pero aún me hacía falta algo y por esto, la verdadera revelación llegó con la Sociología Jurídica, una materia que explora la brecha existente entre la normativa escrita y su aplicación en la práctica. En resumen, esta experiencia académica consolidó mi deseo de contribuir a la creación de un entorno más justo y equitativo, integrando los conocimientos adquiridos en Economía y Derecho.


Después de graduarme de la Universidad empecé a trabajar en Dejusticia en 2005, ahí empecé mi camino, trabajé en derechos humanos, tratados de libre comercio y acceso a medicamentos, en ese momento, la organización se destacaba por su enfoque académico, pero con una interesante combinación entre investigación y activismo.


En ese momento, muchas personas a mi alrededor estaban yendo a hacer doctorados. Algunos estaban por irse, otros estaban en la fase final, otros ya habían regresado y eran profesores. En ese momento, comencé a reflexionar sobre la posibilidad de realizar un doctorado. James Robinson, con quien había trabajado en investigación en el CEDE de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes, me dijo: "Si sientes un leve picor por la Academia, tan solo un indicio, y te ves algún día inmersa en esto, inténtalo", pero yo pensaba ¿doctorado en qué? Si bien me había encantado entender la Economía y adquirir herramientas valiosas, al final no me convertí en una economista convencional. Y el doctorado en Derecho tampoco me convencía, entonces comencé a considerar la sociología, sintiendo que podría ser una buena opción. Sin embargo, mi única experiencia previa con la sociología había sido esa materia que había visto en el pregrado. Igual tomé la decisión de hacer un doctorado en sociología en Northwestern.


Yo conocí a la alcaldesa Claudia López en Northwestern, tiempo después cuando ya había vuelto a Colombia y volví a trabajar en DeJusticia, ella me propuso ser Secretaría de la Mujer.  Una de mis mayores satisfacciones en la Secretaría de la Mujer fue formar un equipo que no venía conmigo desde antes, sino que contraté buscando a quienes más sabían de estos temas y a través de mérito. A pesar de las críticas iniciales de quienes no querían que yo fuera secretaria de la mujer, mi enfoque era claro: crear agendas nuevas y refrescantes. La alcaldesa, Claudia López, expresó que la llegada de la primera mujer a la alcaldía de Bogotá no debe considerarse únicamente como un hecho simbólico. No podíamos limitarnos a decir "ahora tenemos la primera mujer alcaldesa", sino que era necesario comprender el significado profundo que esto tiene para las mujeres en Bogotá. Claudia López buscaba alguien que pudiera unir y aportar una perspectiva amplia basada en la experiencia en derechos, y por esa razón es que yo estaba ahí.


A mí me decían: “Diana, creo que no eres aceptada por las plataformas más feministas, porque no venía de militar en las ellas” Sin embargo, cuando se empezó a dar el debate del aborto, dimos una sorpresa, ya que nunca antes desde la administración distrital se había intervenido para defender el aborto. Cuando me preguntaron si la alcaldía iba a intervenir, respondí con seguridad que sí, ya que creía que defender los derechos de las mujeres a través de instancias judiciales era parte de las funciones de la Secretaría de la Mujer. En mi experiencia en Dejusticia, había realizado muchas intervenciones constitucionales y Claudia López se unió rápidamente, respaldándome en la intervención a nombre de la alcaldía de Bogotá de manera contundente e inmediata. Sin embargo, surgieron debates debido a que la alcaldesa llevaba menos de dos meses en el poder, y algunos argumentaban que esto nos iba a costar políticamente.


La respuesta de Claudia siempre fue firme: "Si no lo hacemos nosotras, ¿entonces para qué estamos acá? Para eso nos eligieron. Para garantizar derechos y dar esas discusiones". Lo dijo sin vacilación, simplemente me instó a analizarlo detenidamente, a hacerlo con rigurosidad, reflexionando sobre cuál sería nuestra mejor intervención, y a seguir adelante. Creo que fue en ese momento cuando todo empezó a cambiar, generándose un poco más de legitimidad en la acción que estábamos emprendiendo.

“La elección de la primera alcaldesa en Bogotá no debía limitarse a un mero simbolismo. No se trataba simplemente de proclamar que ahora teníamos la primera mujer alcaldesa, sino de comprender el significado y las implicaciones que esto conllevaba para las mujeres en Bogotá.”

Queremos que nos hables sobre las manzanas del cuidado y su impacto en Bogotá. ¿Qué las hace especiales y qué retos han enfrentado?


Las manzanas del cuidado son áreas urbanas que brindan servicios a mujeres dedicadas al trabajo doméstico y de cuidado, brindándoles servicios de formación, generación de ingresos y de bienestar. Les ofrecemos aquello que han dejado de lado debido a la sobrecarga de cuidado no remunerado: es decir, por pasar todo el día lavando, cocinando y cuidando a niños y personas mayores o con discapacidad que necesitan apoyo sin recibir compensación. Además, la clave de las Manzanas del Cuidado radica en que, en el mismo espacio y al mismo tiempo, se brindan servicios profesionales para cuidar a quienes ellas atienden, como los niños, personas mayores o con discapacidad.


El propósito fundamental de las Manzanas del Cuidado es sacar a las mujeres de las gradas, donde tradicionalmente han sido espectadoras de los logros ajenos, como presenciar graduaciones, ver a otros adquirir nuevas habilidades, o alcanzar metas. Nuestro objetivo es transformar este patrón al empoderar a las mujeres, para que dejen ese papel de espectadoras y empiecen a ser protagonistas de sus propias vidas y experiencias.

Este proyecto empezó cuando nos estábamos planteando como equipo ¿qué íbamos a hacer diferente? Más allá de los estudios y la literatura sobre el cuidado, ¿en concreto, ¿qué vamos a hacer? ¿Cuál es la propuesta? A finales de enero de ese primer año, le pedí a mi equipo que entrara a mi oficina, yo había dibujado una Pizza en el tablero y partiendo de ese dibujo les dije: Todo lo que he aprendido con ustedes es que las mujeres sobrecargadas no tienen a nadie que cuide a sus hijos, y han puesto muchas cosas en pausa. Entonces, ¿qué pasaría si les ofrecemos servicios que han dejado de tener?  "¿Saben qué? Creo que vamos a crear 'Manzanas del Cuidado'".


Quiero agradecer enormemente a Natalia Moreno y Diana Parra, quienes no solo me enseñaron, sino que me dijeron: "Bueno, apostemos por ello". Podrían haberme dicho que no estaba respaldado por la literatura, que no había ejemplos anteriores, que es una locura. Pero dijeron: "Vamos a hacerlo. Vamos a crear 'Manzanas del Cuidado'".


En ese momento, la alcaldesa me llamó y me dijo: "Diana, mañana tenemos una reunión donde nos ofrecerán apoyo en temas de cuidado. ¿Qué vamos a proponer nosotras?" Y yo le respondí: "Alcaldesa, tengo una idea". Ella me dijo: "Listo, ven a desayunar a mi casa al día siguiente". Recuerdo haberle dicho: "Vamos a dibujar". Le mostré la idea de las "Manzanas del Cuidado" y ella inmediatamente comenzó a lanzar ideas, a crecerlo, a agregarle más aristas, como que las manzanas deberían incluir aspectos de alimentación y pensar en las personas mayores, entre otras cosas. Así, llegamos a la alcaldía para la reunión con estas personas, presentando la estructura que teníamos para llevar a cabo todo.


Así comenzó esta mezcla, donde creo que la voluntad política fue crucial, pero no solo la de la alcaldesa, quien siempre me respaldó y estuvo dispuesta a innovar. Desde el principio, me alentó a que probáramos cosas nuevas, y eso es algo que siempre valoraré de Claudia López: está dispuesta a innovar, no acepta el "no" sin justificación ni el "no" solo porque nunca se ha hecho. Me dijo: "Adelante, piensa en esto y lo haremos".


También se requiere la voluntad política de aquellos que poseen conocimientos teóricos sobre el tema, ya que deben estar dispuestos a innovar. Si mi equipo, con Diana Parra como subsecretaria y Natalia Moreno en su momento como asesora, no me hubiera respaldado, habría abandonado rápidamente la idea, dado que llevaba solo un mes en el cargo. Por lo tanto, es crucial la voluntad política tanto de los líderes políticos como de los académicos en el tema y de los funcionarios públicos.


En cuanto a aspectos por mejorar, claro que los hay. Nosotras hemos creado pisos, no techos y aunque aún queda mucho trabajo por hacer, hemos logrado avances significativos que, hace unos años, eran inexistentes en la ciudad en términos de cuidado. Teniendo esto en cuenta, considero que debemos prestar más atención a las personas con discapacidad, tenemos una deuda histórica con esta población y hay que empezar a pensar no solo las políticas de cuidado sino absolutamente todas las políticas teniendo en cuenta a las personas con discapacidad, por ejemplo, permitiéndoles acceder a educación sin restricción de edad, en temas de movilidad, entre otros.


“El propósito fundamental de las Manzanas del Cuidado es sacar a las mujeres de las gradas, donde tradicionalmente han sido espectadoras de los logros ajenos, como ver a otros graduarse, ver a otros aprender nuevas habilidades o conseguir logros. Buscamos cambiar este patrón al empoderar a las mujeres para que no solo sean espectadoras, sino también protagonistas de sus propias vidas y experiencias”.

Ahora cuéntanos, ¿Hay algo en el mundo similar a las manzanas de cuidado?


Un ejemplo, es el caso de las utopías en Ixtapalapa, en la Ciudad de México. Las utopías empezaron un poco después que las manzanas, pero comparten muchas de las mismas ideas. En San Pedro Garza García, en Monterrey, México abrieron una manzana del cuidado inspirada en Bogotá en marzo de este año. En Santiago de Chile están llevando a cabo algunos pilotos, y en Uruguay van a establecer lavanderías. Uruguay siempre ha estado a la vanguardia en materia de género. En Sierra Leona, en Freetown, también están intentando implementar programas de cuidado similares a las manzanas. Hemos tenido muchos intercambios con alcaldes y alcaldesas de América Latina y el Caribe, especialmente.  


¿Y tú, de dónde sacaste la idea de las manzanas de cuidado?


La idea de la manzana surgió en el primer mes desde que nos posesionamos. No queremos parecer arrogantes, pero iniciamos este proyecto aquí, en Bogotá en 2020 y, a lo largo del camino, empezamos a recibir ayuda y asesoría técnica. Por ejemplo, Julio Bango, quien fue el director del pionero Sistema Nacional de Cuidados de Uruguay, y su equipo nos brindaron asesoría gracias a OnuMujeres, también María Ángeles Durán, quien ha sido pionera en los estudios de género, desigualdades sociales y trabajo no remunerado, nos brindó un valioso apoyo, especialmente en la cuantificación de costos asociados al cuidado. La Cepal también contribuyó desde los primeros meses y otras expertas en género como Ana  Cristina González participaron en un inicio. De esa manera, fuimos avanzando y en paralelo tuvimos conversaciones y retroalimentación constante con expertos y expertas en cuidado nacionales e internacionales que fortalecía nuestras ideas en ese momento crucial. Los integrantes de la Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado, que en un equipo de organizaciones de la sociedad civil y académicas en Bogotá, también fueron clave. Gracias al apoyo de estas expertas y al excelente trabajo de mi equipo que era experto en cuidado y en políticas de género, logramos resolver muchos temas en un tiempo récord para poner en funcionamiento las manzanas de cuidado.


Cuéntanos ¿De qué otros logros te sientes orgullosa de haber ejecutado en la Secretaría de la Mujer?


Los programas que para mí también merecen tanta atención como las manzanas de cuidado son: la expansión y creación de nuevos servicios para las mujeres víctimas de violencias. Además de fortalecer y triplicar la Línea púrpura, nuestro enfoque ha sido llegar a más lugares, en más horarios, con una gama más amplia y nueva de servicios. Nos dirigimos hacia donde las mujeres nos necesitan para presentar denuncias y donde la situación es más difícil para ellas. Hemos llegado a lugares a los que las mujeres recurren cuando son víctimas de violencias, pero donde antes no existían servicios para ellas. Un ejemplo de esto ha sido poner abogadas en las urgencias de los hospitales. Esta idea surgió en un Consejo de Seguridad de la Ciudad al comparar las cifras de denuncias de las mujeres ante la policía y los casos reportados por el Sector Salud: las mujeres iban más a los hospitales entonces ahí necesitábamos estar presentes. Este programa es motivo de gran orgullo para nosotras, ya que tener abogadas cerca de las urgencias hospitalarias significa que una mujer que ha sido víctima de violencias, especialmente sexual, recibe atención médica y, al mismo tiempo, puede presentar la denuncia. Al salir del hospital, ya lleva consigo la denuncia, junto con la oferta de una casa refugio, alejada de los lugares más peligrosos para una mujer.


También pusimos abogadas y psicólogas y abogadas de representación en las Unidades de Reacción Inmediata (URI), estas incorporaciones fueron novedosas, ya que no existían antes. Además, las mujeres víctimas de violencias solían terminar siendo remitidas a Paloquemao, lo que suponía una pérdida significativa, ya que muchas de ellas no podían acceder a ese lugar debido a la falta de recursos para el transporte, la ausencia de alguien para cuidar de sus hijos, entre otras dificultades. Entonces creamos Casas de Justicia con Atención Integral en 7 localidades. Las casas de justicia ahora proporcionan una atención integral, donde se agrupan todos los organismos pertinentes, incluida la Fiscalía. Nuevamente, y al igual que en las políticas de cuidado, esto no se hubiera logrado sin la voluntad política de la alcaldesa de convertir las violencias contra las mujeres en un tema prioritario de la ciudad, y en el conocimiento de académicas como Lisa Gómez y Alexandra Quintero que le apostaron a poner esos conocimientos al servicio del sector público.


¿Qué le dirías a mujeres que están pensando en hacer un doctorado y que quieren tener una trayectoria profesional similar a la tuya?


Les diría que no hay nada más maravilloso que la formación académica para ocupar un cargo como este. Y que es una alternativa enriquecedora y fabulosa a la trayectoria académica tradicional. Y que también es posible ir y volver. Ser parte de la academia es una cualidad muy valiosa, pero también la llegada al sector público refuerza la importancia de comprender la diferencia entre lo que se espera y lo que se lleva a cabo y sucede en la práctica. En este sentido, se vuelve vital mantener el rigor académico y al tiempo tener la capacidad de adaptarse y asumir responsabilidades con un enfoque realista.


Hablo desde mi propia experiencia. Fui una combinación de académica y activista y creo que trabajar en el sector público brinda una gran lección de humildad tanto desde la perspectiva académica como desde la activista. Antes, por ejemplo, era común que diera recomendaciones como "es necesario crear una política de seguridad con enfoque en derechos humanos". Sin embargo, ahora me doy cuenta de la importancia de comprender a profundidad la estructura de instituciones como la Secretaría de Seguridad, su relación con la policía y cómo el nombramiento de la policía depende del gobierno nacional, entre otros elementos, para que esas recomendaciones sean más útiles.


No estoy diciendo que la crítica no sea esencial; de hecho, la crítica y la presión académica y de las organizaciones de la sociedad civil constante son fundamentales para mejorar la administración pública. Pero trabajar en el sector público me ha enseñado la importancia de hacer una crítica más profunda y a profundizar en la investigación para encontrar soluciones concretas.





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