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Un reconocimiento a las cuidadoras

La vida me puso en una situación en la que tuve que ser paciente y cuidadora al mismo tiempo. Mi esposo y yo fuimos diagnosticados con cáncer en la misma semana. El proceso ha estado lleno de altibajos, con algunos días buenos y otros muy desafiantes. Durante la recuperación después de mi cirugía, mi esposo enfrentaba los efectos de su primera sesión de quimioterapia. Después de la segunda quimioterapia, tuvo que ser hospitalizado, y allí se confirmó su difícil diagnóstico. Emocionalmente, me sentí devastada. No es fácil pedir ayuda en esos momentos, pero era consciente que no podía permanecer en ese estado, ya que tenía que enfrentarme a mi propia quimioterapia. Afortunadamente encontré personas que me brindaron su apoyo, permitiéndome enfrentar de manera más tranquila mi propio proceso.


En el país, muchas mujeres se enfrentan a la tarea de cuidar a algún miembro de su familia durante períodos prolongados, una responsabilidad que con frecuencia las aleja del mercado laboral. En efecto, una de las razones que ha limitado la participación femenina en el mercado laboral obedece a la carga de responsabilidades no remuneradas, principalmente relacionadas con el cuidado. De acuerdo con el proyecto “Counting Women's Work Project for Colombia", en promedio, una mujer colombiana dedica 5 horas y 47 minutos diarios a labores domésticas no remuneradas y cuidado. Además, las mujeres asumen el 63% de la responsabilidad en el cuidado de niños y adultos mayores[1].


Ser cuidadora implica una carga física y emocional considerable. La constante exposición a la enfermedad y el sufrimiento del ser querido puede generar desgaste emocional significativo, manifestándose comúnmente en sentimientos de tristeza, ansiedad y frustración. La carga física del cuidado, sumada al estrés emocional, puede contribuir al desarrollo de problemas de salud propios. Las cuidadoras suelen enfrentarse a rutinas diarias intensas, con múltiples tareas y responsabilidades. Esta sobrecarga puede resultar en la falta de tiempo para el descanso, el ejercicio y una alimentación adecuada, relegando el autocuidado en segundo plano.


Reconocer estos desafíos es fundamental. Las cuidadoras necesitan redes de apoyo para enfrentar estos retos de manera más efectiva y preservar tanto su bienestar emocional como físico, asegurando su autocuidado. Para lograr esto, es importante trabajar de manera integral involucrando a pacientes, familias y las instituciones del sistema de salud.


[1] Para detalles véase Iregui-Bohórquez A. M., Melo-Becerra, L. Ramírez-Giraldo, M. T. & Tribín A. M. 2021. "El camino hacia la igualdad de género en Colombia: todavía hay mucho por hacer," Banco de la República de Colombia.



 

 Sobre la escritora

Ligia Melo



Economista de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, con maestrías en Economía de la Universidad de los Andes y de la Universidad de Warwick, y doctorado en Economía de la Universidad de Sussex. Se desempeña como investigadora principal de la Unidad de Investigaciones del Banco de la República. Sus investigaciones se han centrado en temas de finanzas públicas, educación, salud y eficiencia económica. Es autora de varios artículos publicados en libros y revistas nacionales e internacionales.







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